Hay libros que son hechos. Este es uno: se puede leer como una novela, como una denuncia, como la propia construcción. Porque es todo eso: una novela polifónica, el relato de un abuso padecido en la adolescencia en manos de un hombre armado, un tío poderoso, el macho de la familia y del pueblo. Y un hecho: acá está la mujer que fue la nena que ese tipo quiso romper para su uso personal. Y está toda entera, fuerte, hablando de lo que da tanta vergüenza hablar. Escribiendo contra todos los que intentaron callarla. Contra sí misma, incluso, a veces. Este libro es una batalla: la que ganó Belén López Peiró iniciando un juicio, buscando asesoramiento legal en un sistema que no se la prodiga a las víctimas, contándole a todos sus parientes y vecinos, obligándolos a ver lo que no querían ver. Y escribiendo, haciendo de su propia experiencia una obra exquisita, una intervención política poderosa. Y muy necesaria. Gracias, Belén, por todo el coraje y toda la fuerza y toda la belleza de este Por qué volvías cada verano.
Gabriela Cabezón Cámara
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