Original catálogo de camas que no entienden de reglas, y sobre las que uno puede surcar mares o alcanzar el espacio exterior. Camas que sirven de escenario a trapecistas y que pueden ensuciarse sin temor a reprimendas. Este maravilloso poema permaneció inédito durante más de una década, por lo que Sylvia Plath, que vivió solo treinta años, no pudo verlo publicado. En él la poeta norteamericana crea un mundo de fantasía lúdica en torno a las esquinas de un colchón, ofreciendo un repertorio de camas en las que niños y adultos no podrán sino posponer el sueño. ¿Cuál es el origen de un proyecto tan original? Ni la misma autora lo sabía, pero disfrutó averiguándolo: «De una larga lista de camas demasiado estrambóticas, ingeniosas y abstractas, elegí diez, empecé a escribir y ya no pude parar». El encargado de reproducir el mobiliario de Plath no es otro que Quentin Blake, quien recupera sus trazos de tinta a mano alzada para recrear el imaginativo mundo que antecede al sueño. En conjunto, la obra es un delicioso homenaje a los juegos, al espíritu imaginativo y a la fantasía, un torrente de genialidad que encandilará tanto a pequeños como a mayores.
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